TÍTULO ORIGINAL: Vargtimmen
AÑO: 1967
DURACIÓN: 88 min.
PAÍS: Suecia
DIRECTOR: Ingmar Bergman
GUIÓN: Ingmar Bergman
MÚSICA: Lars Johan Werle
FOTOGRAFÍA: Sven Nykvist (B&W)
REPARTO: Max von Sydow, Liv Ullmann, Erland Josephson, Gertrud Fridh, Ingrid Thulin, Gudrun Brost, Naima Wifstrand, Ulf Johansson, Bertil Anderberg, Georg Rydeberg
PRODUCTORA: Svensk Filmindustri
La hora del lobo es el momento entre la noche y la aurora, cuando más gente muere y se producen más nacimientos, cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas son más reales, cuando los insomnes se ven acosados por sus mayores temores, cuando los fantasmas y los demonios son más poderosos.
La hora del lobo es una exploración hacia los temores de los seres humanos, un film inquietante y de lo mejor que puede verse en el género de terror. Consigue una veracidad con lo irreal mostrando de forma muy natural una visión de lo increíble. El cineasta Ingmar Bergman consigue transportar en imágenes los entresijos del miedo, deseos, culpa y las represiones más ocultas de una persona a través de encarnaciones antropófagas. Durante la hora del lobo, estando dormido se tienen pesadillas y despiertos... tendremos miedo.

Lo que más llama la atención durante el inicio de la película es su cuidada estética, una calidad muy alta derivada de la fotografía de Sven Nykvist. En uno de los momentos inolvidables e impactantes de la película, cuando ya comienza el delirio, el director de fotografía consiguió un efecto de contraste entre el blanco y el negro abrumador. A partir de ahí, convierte la película en una experiencia enfermiza pero fascinante. Todo la atmósfera de la película es inquietante, aunque realmente es a partir de la hora del lobo cuando la historia se vuelve hipnótica, se despliega toda la galería de espeluznantes personajes haciendo gala de un juego de luces y sombras convulsivo.

La película es tan desconcertante como atractiva, tiene muchas matices y relecturas. Provoca real terror, más allá de las situaciones y personajes que se nos presentan, es lo que sugieren las imágenes y sus diálogos, no haría falta decir que no ver la película en versión original es un error. Las actuaciones son esplendidas, el alma interior que reflejan los personajes es algo perturbador y cada plano está pensado para crear un efecto y una consecuencia sobre el espectador. Bergman dibuja los demonios interiores del protagonista pudiendo ser un reflejo de cualquier persona que esté viendo la película, la materialización del vampirismo es vaporosa, embriagadora y delirante hasta llevarte, junto con Max von Sydow, hasta el delirio. El contrapunto que presenta el personaje interpretado por Liv Ullmann es tan perturbador y desolador como el resto de estrambóticos y relevantes personajes.

Cada elemento que presenta la película es un instrumento perfectamente afinado, toca las notas precisas para conseguir el efecto que se pretende. Como la banda sonora compuesta por el Sueco Lars Johan Werle, sencilla pero precisa. Acompasa las imágenes con la misma sutileza que está tejido el guión de Bergman, te atrapa como una tela de araña hasta arrojarte a una espiral profunda de psique humana, donde nadie puede entrar. Todo está relacionado y planteado como una perfecta ecuación, al observar la grandeza con la que se plasma todo ello en pantalla, solo queda pensar que durante la hora del lobo no podremos estar a salvo de nosotros mismos.
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