A pesar de haber participado en papeles secundarios en películas como La invención de Hugo (Martin Scorsese), Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet (Tim Burton) o Los miserables (Tom Hooper), la relación artística que ha mantenido el actor y humorista Sacha Baron Cohen con el cineasta Larry Charles en comedias tan descaradas como Borat, Brüno y El dictador, ha sido estrecha y ha marcado una tendencia bien clara en la carrera del actor y humorista inglés.
Una tendencia que denota pasión por lo gamberro, lo escatológico y lo pornográfico. Ha conseguido que se le reconozca por sus estrambóticos y variopintos personajes.
Su pasión por lo indecente y el lenguaje soez, parece no tener límite. Unas características por las que sus películas son amadas u odiadas a partes iguales. Pero es indiscutible, que gracias a ello, se mantienen.
Desde luego, no son grandes películas y no te las puedes tomar en serio, ni siquiera en alguna de sus partes más dramáticas. Son películas que abrazan lo underground sin ningún formalismo con un sello de identidad propio. La que hoy nos ocupa, no es una excepción.
En su nuevo trabajo, Grimsby (The Brothers Grimsby), el actor cambia de manos y pasa a estar dirigido por Louis Leterrier (Transporter), aunque, esto no afecta en absoluto a los excesos visuales a los que nos tiene acostumbrado el excéntrico actor. En ese aspecto la película cumple con lo esperado, sketches marranos a cada cual ‘peor’.
El film, que se ha vuelto viral gracias a su escena del elefante al ser compartido por redes sociales y páginas de humor ha gozado de una publicidad inesperada.
Sin embargo, la distribuidora parece insatisfecha. En nuestro país, con malas artes, ha sido rebautizada Agente contrainteligente, para llamar la atención a los que pretendan ver una comedia. Pero el que lo haga sin informarse, va a salir escaldado. Aviso.
Un implacable agente del MI6 británico (Mark Strong), del grupo de operaciones especiales, descubre que tiene un hermano (Sacha Baron Cohen) muy diferente a él: fanático del fútbol y protagonista de numerosos y disparatados altercados dado su peculiar y conflictivo carácter.
A lo largo de su ajustada duración, el film hace acopio de las características guarras tan propias del actor, tanto en lo visual como en el lenguaje de los personajes. Las marranadas afloran en cada nueva secuencia, algo que no debería espantar en absoluto a los que ya han visto trabajos como Brüno. Incluso, se espera algo así de él.
Co-escrita por el propio Cohen junto a Phil Johnston (¡Rompe Ralph!) y Peter Baynham, guionista también de Borat y Brüno, el guión es torpe y no se puede analizar con lupa, porque se desmonta.
Sobre todo, en el tramo final donde las cosas se resuelven con un chasquido de dedos. Claro que, parece hecho a posta, burlándose de películas como El caso de Bourne o de la saga 007.
Pero, dada su naturaleza influenciada por la mezcla de espionaje con altas cotas de humor descabellado, propias de films como Zoolander, Austin Powers, e incluso, Torrente, no hay que tomarse en serio nada de las propuestas tecnológicas y sus soluciones.
La pasión de Leterrier por el cine de acción, se nota. El director parisino nos obsequia con escenas bien coreografiadas, aunque algo mareantes. Sobre todo, las realizadas en primera persona, fieles a los videojuegos shoot’em up, como Doom o Call Of Duty.
Cohen sigue haciendo lo que mejor sabe hacer, interpreta un personaje inepto y de la peor calaña que podemos imaginar, sin perder el toque ácido y sarcástico en el mensaje moral que transmite la película. Un personaje que sigue en la línea a la que nos tiene acostumbrados.
Lo que me sorprende es ver a Mark Strong (Kick-Ass - Listo para machacar , RocknRolla) ponerse a la altura del personaje interpretado por Cohen haciendo las mismas guarradas que su compañero de reparto.
De todas formas, no esperéis grandes interpretaciones. La película brilla más por la cantidad de personajes bizarros que aparecen, que por la propia calidad de sus personajes.
Grimsby no es una película que se sostenga por méritos cinematográficos propios o por un guión excelente. La película de Leterrier se sostiene gracias a algunos sketches bastante memorables para los amantes de lo escatologíco y soez; como el del elefante, el de los cohetes o el del testículo, son algunos ejemplos muy claros de lo risible del film. No sé hasta cuando aguantará dicha formula, pero de momento sigue funcionando.
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