Poco o nada debió imaginar James Cameron en 1984 el éxito que tendría su segundo film, Terminator. Y menos, después de un debut tan simplón como fue, Piraña 2: Los vampiros del mar, flojisima y delirante secuela del correcto film de Joe Dante, Piraña.
Terminator, era y es, un film modestamente ambicioso, de eso no cabe duda. Sus formas y puesta en escena en las secuencias de acción, sobre todo, la secuencia del camión cisterna, entre otras, lo delatan. Y desde luego, ésta gozó de una merecida, aunque totalmente inesperada, repercusión entre el público, considerado un film de culto para cualquier fan de la ciencia ficción.
Casi una década más tarde, Terminator 2: El día del juicio final, llegaba, igualmente, de la mano de James Cameron. Contentando, aún más si cabe, a una buena parte del público y seguidores de la obra original. Una secuela que tenía mucha más acción que su predecesora y unos efectos espectaculares, y que ha realzado la figura del T-800 hasta nuestros días.
Más de una década después, en 2003, aterrizó en las carteleras, Terminator 3: La rebelión de las máquinas. Secuela muy templada, de la mano de Jonathan Mosthow (U-571). Y en 2009 bajo la dirección de Joseph McGinty Nichol, más conocido como McG (Los ángeles de Charlie), se nos presentó una prometedora cuarta entrega, bajo el título de Terminator Salvation.
A pesar de contar con Christian Bale (Batman Begins) en el papel protagonista, el film que se centraba mucho en el desarrollo y expansión tecnológica de Skynet y el alzamiento de la rebelión de los humanos contra las máquinas, nos dejaba, una vez más, algo meramente anecdótico.
Además, Skynet también tuvo una adaptación al formato de serie de televisión, tan prolífico en estos tiempos aciagos y carentes de ideas nuevas, Terminator: The Sarah Connor Chronicles, duró tan solo dos temporadas, a raíz de una tibia acogida.
En el año presente, 2015, la quinta entrega, hace acto de presencia, cabalgando entre secuela, precuela y reboot (reinicio), nos re-explica parte de la historia conocida.
En el año 2032, el año de la caída de Skynet. La guerra del futuro se sigue librando y un grupo de rebeldes humanos tiene a Skynet contra las cuerdas, Skynet cae. Pero, en una última jugada, Skynet manda a un T-800 al pasado. John Connor (Jason Clarke), líder de la resistencia, envía a su subordinado Kyle Reese (Jai Courtney) a 1984 para salvar a su madre, Sarah (Emilia Clarke) del Terminator programado para matarla con el fin de que no llegue a dar a luz a John. Pero lo que Reese encuentra en el otro lado no es como él esperaba...
Alan Taylor (Thor: El mundo oscuro) se pone a la dirección del conjunto, y nos presenta lo que parece un bucle infinito, aunque, contiene ciertos puntos interesantes, termina perdida en un mar de referencias que no respeta en su totalidad.
El manuscrito de la guionista de Shutter Island, Laeta Kalogridis, y el guionista de Furia Ciega, Patrick Lussier, ahonda en los hechos vistos en la primera entrega, el punto de partida de todo, la llegada primordial del humano y la máquina.
A pesar de ello, el libreto se toma ciertas libertades e introduce sus propios elementos
Todo esto lo justifican mediante alteraciones explicaciones espacio-temporales y definiciones cuánticas que repercuten en el pasado, y nos dejan pensando ¿que acaban de decir?
Se acepta, porque, cualquier fan de Regreso al futuro conoce de sobra que las acciones que se alteran en el espacio tiempo, influyen en los acontecimientos del pasado.
De todas formas, en este caso, me parece una falta de respeto alterar los hechos originales. Puesto que entonces, algunos hechos míticos de las originales, no cuadran.
La cuestión es que la película no me atraía lo más mínimo, pero son de esas que hay que ver aunque sea para desquitarse. La historia avanza con paso firme pero se va enredando en pequeñas tramas, que recuerdan indiscutiblemente a El cortador de Cesped o Transcendence. El sentido del humor, mantiene el tono de la saga, pero no es tan provechoso como antaño, además se vuelve repetitivo.
La aparición de Arnold Schwarzenegger como el T-800 es emotiva, para que negarlo. Pero ya no se le saca todo el jugo. Como ya sucedía en la cuarta entrega, se centra mucho en los humanos, además, es el futuro de la saga, ya que parece que van a continuar. Porque tal y como acaba tenemos secuelas para rato, si marchan bien los beneficios, claro.
Jay Courtney sigue sin convencerme como actor, y después de verlo en La Jungla: Un buen día para morir, como hijo de John McClane, perdón, que la cinco no ‘existe’. Su interpretación de Resse, no es terrible, pero tampoco destaca.
Emilia Clarke (Juego de Tronos) lo hace bien en su papel de joven Sarah Connor, pero mejor no pensar mucho en la excelente interpretación de Linda Hamilton en ambas partes, si entramos en comparaciones, a la joven actriz, le queda mucho camino por delante.
Jason Clarke (El amanecer del planeta de los simios) funciona mejor en los primeros minutos de película, pues a medida que su personaje evoluciona, se vuelve menos creíble y predecible.
Lorne Balfe adorna la película con una partitura muy convencional, cumplidora para con, cualquier película de acción de estilo futurista y apocalíptica. El momento más destacable es cuando éste recurre a la melodía ya conocida por cualquier fan de la saga 'ta ta ta tam...ta ta ta tam'.
Una vez más, como sucedía en las dos anteriores entregas, tiene escenas que están bien desarrolladas y los espectaculares efectos especiales, aunque se mueven mucho en lo digital, cumplen bien para el propósito final.
Lo que hay que tener claro, es que la majestuosidad de antaño, ya nunca la va a recuperar ninguna entrega de la saga, ni pasada, ni futura. Hay que conformarse con que entretienen el rato que duran. En eso no tengo queja.
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