9 años han pasado desde que el director húngaro György Pálfi nos deleitara con su segundo película, la magnífica y demencial Taxidermia. Entretanto, ha dirigido algunas obras más formales como I Am Not Your Friend y Final Cut: Ladies and Gentlemen, además del documental Nem leszek a barátod.
Ahora, vuelve a la demencia surrealista que le caracteriza como director. Aunque, el film data del año pasado, es gracias al Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya y su sección Seven Chances, que hemos podido ver el último trabajo del polémico cineasta.
Con un extracto que parece un extracto del mismísimo prólogo de Magnolia, dirigida por Paul Thomas Anderson. Pálfi construye su propia visión de la sociedad humana con historias de lo más variopintas y surrealistas. Utilizando a una anciana suicida como narrativa visual, que al saltar desde lo alto de un edificio, en su caída al pasar a toda velocidad por delante de las distintas ventanas, capta un destello de las excéntricas vidas de sus vecinos, que en formato de historias cortas el espectador conocerá en profundidad.
Free Fall, de título original Szabadesés, posee ciertas similitudes con Taxidermia, sobre todo, en aspectos técnicos y de realización, que siguen teniendo el sello característico para duchos en la puesta en escena que utiliza el cineasta. Sin embargo, la cuasi perfecta unión que ejercía Pálfi entre los tres episodios de su segunda película, carece de sentido y pierde carisma en Free Fall, puesto que no hay un claro nexo que aúne las historias entre sí, no más de lo puramente anecdótico.
De esta manera, nos queda un film desperdigado con el conocido formato de historias cortas, más que desgastado en la actualidad, y ya visto en infinidad de propuestas como ABC's of Death, Creepshow o V/H/S.
Eso no significa que éstas no sean tan personales como amenas, lo grotesco y surrealista sigue marcando con esencia y firmeza la extraña e hipnótica propuesta, tal y como se espera del buen hacer de Pálfi. Historias tan fuera de los tópicos y convencionalismos, de las que por momentos no comprendemos muy bien qué mensaje intenta transmitirnos Pálfi, también guionista junto a una vieja conocida Zsófia Ruttkay, co-guionista de la mayoría de los trabajos de Pálfi-, pero nos quedaremos maravillados, antes que por el significado, por la gran forma de realizar del húngaro.
Historias sumamente bien realizadas todas ellas, pero que la falta de conexión entre sus personajes, hará que veamos el conjunto de manera totalmente independiente, perdiendo fuerza en el resultado final al ejercer cierta predilección por unas historias concretas y hastío por otras.
Mis preferidas son la de la pareja antibacteriana -acojonantemente divertida- y la del anti parto -locurón total-. Mientras que la del niño que tiene visiones, termina de poner la guinda surrealista al conjunto; la de la mujer desnuda me parece correcta a la par que sensual y la del budista amateur un tanto graciosa. Pero la del ‘apartamento para tres’ con risas enlatadas incluídas, estuvo fuera de contexto de principio a fin.
Albert Márkos y Amon Tobin, compositores del score de Taxidermia, ponen una nota de color a una banda sonora muy acorde a la propuesta un tanto incomprensible que supone para el espectador, pero de temas bien carácteristicos, si bien al llegar al desenlace nos tomamos el ejercicio como algo sencillamente cómico.
Pálfi consigue llamar nuestra atención tal como hiciera en Taxidermia, si bien, su moderación al evocar imágenes grotescas, no termina de alcanzar la magnificencia de las tres generaciones presentadas e interconectadas en Taxidermia, y que mantenían nuestro interés al conformar el conjunto como una única película.
Una lástima que una propuesta tan atractiva e hipnótica propuesta se vea reducida a pequeñas sensaciones individuales, en lugar de algo más elocuente como una única obra.
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