A nivel de expectación, el estreno de la semana ha sido, sin duda, la nueva secuela de Predator. Sin contar las dos partes de AVP, cuarta entrega dentro de la saga que aterriza en carteleras llevando por título The Predator, y que hace referencia directa a un sujeto concreto de la especie. ‘Analogía’ que se comprende mejor durante la evolución argumental de la película y vemos que lo presentado por Shane Black (Iron Man 3) en realidad es una buddy movie espacial bastante cómica con poli bueno y poli malo como protagonistas en una persecución que, salvando cualquier parecido, puede llegar a recordar a Hidden (Lo oculto) dirigida por Jack Sholder.
The Predator, es cierto, que prometía mucho más de lo que acaba ofreciendo, pero a pesar de sus altibajos en el tramo final, culpa de un montaje apresurado en postproducción que aumenta y hace más visibles los deslices de un guión que sin ser una maravilla ni aportar ideas novedosas dentro del género fantástico, podría haber funcionado mucho mejor de haber tenido la suerte de no sufrir, lo que presupongo han sido unos buenos tijeretazos en la unión de las secuencias. Esto no hace más que acrecentar los saltos temporales y desaparición de personajes en un chasquido de dedos.
Ahora, los cazadores más letales del universo son más fuertes, más inteligentes y más mortales que nunca, y se han mejorado genéticamente con ADN de otras especies. Cuando un niño accidentalmente desencadena su regreso a la Tierra, solo un grupo de ex soldados y una profesora de ciencias podrán evitar, quizá el fin de la raza humana...
A pesar de todo lo negativo que llevo escupiendo, hay que reconocer que la película tiene sus buenos momentos y cuenta con unos personajes realmente carismáticos que, en más de una ocasión, salvan la papeleta con sus chistes y frases socarronas/lapidarias muy propias del cine de acción de los 90. Aunque, de entrada, viendo el trailer no parecía para nada que sus personajes fuesen el punto fuerte del film.
The Predator es una película entretenida, sobre todo, en la primera mitad, pero muy a mi pesar y después de reposar el visionado, lamento decir que en conjunto no llega a calar profundamente entre el fan y seguidor de la franquicia, al menos no de la forma que todos esperábamos que lo hiciera. Y es que, a estas alturas, llevar a buen puerto una cuarta entrega en una época de nuestra vida que estamos plenamente curtidos y somos muy poco impresionables, al final pasa factura al conjunto final.
Despuntar era una dura tarea para el guionista y actor de la obra original, Shane Black. Para un servidor es una película de consumo rápido con buenas escenas de acción y unas escenas gore bien paridas a pesar del efecto fast forward y el marco digital en el que éstas se desarrollan, que apenas dejan ver los detalles en distintas ocasiones.
Cuando se trata de igualar o llegar a superar una obra de tal magnitud y encumbramiento, el resultado puede evitar ser petrificada por el público, pero insuficiente. la obra primigenia protagonizada por Arnold Schwarzenegger, una obra que a día de hoy es considerada de culto en círculos cinéfilos amantes del cine de acción de los 80 y 90.
Está claro que Shane Black no es John McTiernan, responsable también de otro gran clásico como es La jungla de cristal. Precisamente, a pesar de ciertas reservas, mi mayor confianza en este proyecto que amplía el universo y raza de uno de los alienígenas con forma humanoide y mayor carisma de la historia del cine, era precisamente sus dos guionistas, Shane Black y Fred Dekker. El primero por haber escrito guiones tan jodidamente buenos como el de Arma Letal o El último Boy Scout y el segundo por manuscritos como el de El terror llama a su puerta o House, una casa alucinante.
Entre el reparto contamos con caras como la de Boyd Holbrook, conocido por participar en Logan o Gone Girl. Su personaje, Quinn McKenna, es un buen líder de equipo que acaba cayendo simpático al espectador. A destacar también entre el elenco de héroes perturbados que acompañan a McKenna en esta repetitiva aventura espacial, tenemos a Jacob Tremblay, que ha participado en La habitación y Before I Wake, ha demostrado su talento como actor, y lo vuelve a hacer en la presente obra, a pesar de que la inserción de un niño no parecía ser lo más adecuado para el film, creo que se resuelve bastante mejor de lo esperado.
Trevante Rhodes (Moonlight), Keegan-Michael Key (Let’s Be Cops) y Thomas Jane (The Mist) dan vida a los miembros más divertidos de todo el equipo, entre los que se crea una buena química gracias a unas interpretaciones muy naturales, de verdad que parecen unos auténticos dementes.
En el apartado actoral femenino solamente contamos con una cara principal, la de la actriz Olivia Munn (X-Men: Apocalipsis) en un personaje un poco de relleno, pero que aporta alguna situación verbalmente sucia en el ámbito sexual.
Por destacar quedaría como no la cantidad de referencias a la franquicia, incidiendo bastante en la obra original con todos los tics que cualquier fanático distinguirá con una sonrisa en la cara. En cuanto a la banda sonora compuesta por Henry Jackman, cumple debidamente, aunque, a medida que avanza el film se vuelve demasiado rimbombante, personalmente, me recordó al estilo de John Williams, esto no es malo en absoluto. Sin embargo, no termina de encajar del todo con el tipo de film que nos ofrece Shane Black. Ahora bien, el tema principal compuesto por Alan Silvestri para la obra original, aun con todas sus variantes de bajo y armónicos añadidos en The Predator, no evita que se me ponga la piel de gallina y se me ericen los pelos cada vez que suena durante el film, que no son pocas.
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