Poco debió imaginar Brian de Palma que su film dirigido en 1996 basado en la serie de televisión de idéntico título, Misión Imposible, creada por Bruce Geller, se convertiría con el tiempo en una de las mastodónticas franquicias de la actualidad cinematográfica. A pesar de que ésta fue nominada al Razzie por el peor guión/historia, la película de Palma obtuvo buena aceptación entre el público, y es considerada una pieza de culto entre los aficionados a las películas de espionaje.
Desde entonces la saga ha pasado por distintas manos (John Woo, J.J Abrams y Brad Bird ) hasta llegar a la quinta entrega dirigida por Christopher McQuarrie, momento en el que las piruetas imposibles adquirieron una nueva dimensión cercana al James Bond de Daniel Craig y una mayor proximidad a lo increíble que a lo imposible. Es cierto que el nivel de fantasmadas han formado parte de la saga desde los inicios, pero han ido in crescendo con cada nueva entrega hasta alcanzar un nivel en el que creo que hay que desconectar el cerebro si hablamos de credibilidad.
El encargado de elevar la saga a dichas tesituras en las que más que agentes son superhombres haciendo de las suyas en un mundo casi de ciencia ficción, fue Christopher McQuarrie, guionista de Sospechosos habituales o Al filo del mañana. Éste tomó el testigo dejado por los anteriores cineastas para la quinta entrega, Misión: Imposible: Nación secreta, haciendo el conjunto suyo propio, pero manteniendo la esencia original. McQuarrie es el primer director que repite en los mandos de la dirección dentro de la saga de Hunt y su equipo para esta sexta entrega.
Ethan Hunt y su equipo del IMF con algunos aliados conocidos se ven envueltos en una lucha contrarreloj después de que una misión salga mal.
Como podemos leer en la sinopsis, la saga sigue los patrones argumentales conocidos y utilizados en las anteriores entregas sin aportar frescura, o lo que es lo mismo, sin arriesgar en la creación. Desde luego, lo que interesa es que salgan los números en la recaudación y si algo funciona entiendo que no se arriesguen a cambiarlo.
No obstante, aunque peca de originalidad y creo que a nivel de historia hay anteriores partes más sólidas, el guión escrito por el mismo McQuarrie nos ofrece una historia bastante bien equilibrada. En algún momento se le da prioridad a las agitadas escenas de acción, pero lo hace sin llegar a dejar de lado un hilo argumental mínimamente interesante en el que apuesta por la teatralidad y el engaño, fuente inagotable dentro de la franquicia.
Como espectador avanzado en la materia, se puede llegar a intuir alguna de las sorpresas que nos depara la historia en torno a sus personajes. Por suerte, entre tanta información y cambios bruscos que tienden a la improvisación por parte del FMI en las dos horas y media de duración del film, el guión tiene tiempo suficiente para jugar al despiste, aunque finalmente las sospechas iniciales son más ciertas de lo que nos podemos llegar a temer.
Pero está claro que como blockbuster el film termina entreteniendo de lo lindo si no entramos a cuestionar la veracidad de las acrobacias y pirotecnia visual a la que nos somete McQuarrie. Además, me río yo de los que criticaban a John Woo en la segunda parte con la escena de la moto.
El equipo de actores sigue brillando en sus papeles. Ving Rhames (Pulp Fiction) que lleva desde el inicio de la saga interpretando a Luther con un carisma especial se muestra algo más ‘apagado’ pero entrañable. En cuanto a Simon Pegg (Hot Fuzz) que se incorporó en la tercera parte de la saga bajo la dirección de J.J Abrams, a estas alturas su personaje de Benji se ha hecho un hueco en el corazón de cualquier espectador seguidor de la saga, gracias en parte a ese tono inocente y campechano de un personaje que, no se sabe muy bien como, saca las castañas del fuego en la parte tecnológica que necesita todo el equipo para llevar a buen puerto la misión.
La introducción de Henry Cavill (Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia) en el equipo, al principio me ha resultado de lo más interesante, aunque tal y como avanza la historia, el personaje pierde ese carisma inicial. A nivel interpretativo es de lo mejorcito que he visto del actor, puesto que, como Superman nunca terminó de convencerme y en Operación U.N.C.L.E me pareció horrible.
En cualquier caso, esta sexta entrega consigue mantenernos en tensión durante buena parte del metraje, y eso es buena señal. Una parte fundamental de dicha tensión, la aporta la banda sonora compuesta por Lorne Balfe (Megamind) que resulta ampliamente variada y se adecua a los distintos motivos y emociones por los que atraviesa la película, incluido ese desenlace que nos muestra a un Hunt algo más humano de lo habitual.
Como punto negativo, creo que la secuencia del enfrentamiento final es la más descerebrada de toda la franquicia, y para mi gusto, se extienden demasiado en darle carpetazo y sin demasiado control del tiempo real que transcurre en la película con el que se sucede en el montaje. Pero vamos que lo considero un mal menor para un film que bien merece seguir siendo reconocido dentro de la franquicia.
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