Mathieu Turi ha trabajado como asistente de dirección junto a directores de la talla de Quentin Tarantino y Guy Ritchie en los films Malditos Bastardos y Sherlock Holmes: Juego de sombras, respectivamente. También ha dirigido dos cortometrajes (Son of chaos y Broken) antes de rodar Hostile, su primer largometraje. Un film que viene respaldado por Xavier Gens (La piel fría, The Divide) en labores de productor y que se ha proyectado durante el recién terminado Festival de Sitges en su 50ª edición.
Hostile apuesta por el survival horror como principal hilo argumental que, a su vez, sirve de reclamo para cualquier fan del terror. Pero en un arrebato de ‘originalidad’, ahonda en un romance que disecciona la belleza a través del arte contemporáneo. Dos líneas temporales que convergen en dos géneros opuestos y, a priori, nos ofrece una película distinta a lo que estamos habituados a ver en este tipo de propuestas enmarcadas dentro el género.
La parte dramática se inserta con facilidad en la historia de terror, pero de la romántica no podemos decir lo mismo. Lo que más interesará al fan del terror, sin duda, es la línea temporal postapocalíptica que apuesta firmemente por una combinación de horror y terror con buenos resultados durante su parte central.
La Tierra ha sido asolada por una epidemia y, en ella, sólo quedan unos pocos miles de personas luchando por la supervivencia. Julie es una de ellas. A pesar de haberse curtido en esta situación, nada la había preparado para el encuentro con unas letales bestias noctámbulas.
El problema de mezclar ambos géneros, no es que lo haga, si no cómo lo hace. La forma en que el montaje va dando saltos entre los constantes y reiterativos flashbacks, cubriendo las dos líneas temporales, el pasado y el presente de los personajes, es bastante abrupta y rompe el hilo narrativo y el argumento, entorpeciendo al espectador y que éste pueda avanzar con fluidez por la historia.
Y es que el guión escrito por el propio Turi, expulsa todo el rato al espectador de la historia principal (el presente de la protagonista y el del espectador) cortando toda continuidad y clímax de la historia -que yo considero principal- a la que no deja avanzar correctamente. Es cierto que cuando la historia retrocede al pasado de Juliette, la protagonista, la historia se refuerza en ciertos aspectos y en las decisiones que ésta toma encerrada en el todoterreno acechada por la criatura del exterior.
La parte postapocalíptica rodada en el desierto de Ouarzazate de Marruecos está muy bien recreada desde la absoluta sencillez. La trayectoria de esta parte de la historia es simplista como pocas veces se ha visto, pero es la que mayor interés despierta en el espectador, al menos en mi caso, así fue. Y lo consigue, tanto por la calidad técnica como por el género que trata en sí. Hasta cierto punto, dicha parte está influenciada visualmente por Las colinas tienen ojos de Alexandre Aja. Lamentablemente, el film acaba con un desenlace bastante vergonzoso que tira por tierra cualquier mérito técnico, artístico e interpretativo.
La ambientación postapocalíptica, sin duda, es uno de los puntos fuertes de la película. Este fragmento también está protagonizado por Javier Botet, actor español que ha interpretado diversos monstruos en el cine, entre los cuales, puso los pelos de punta al fan con su interpretación de la niña Medeiros en REC del dúo Balagueró-Plaza. La protagonista, interpretada por Brittany Ashworth (The Crucifixion) brinda una interpretación por partida doble, con dos registros distintos.
En el pasado es una versión de Juliette bastante frágil e insegura que contrasta con la más decisiva y valiente del futuro. Esas diferencias son justificadas con cada retroceso al pasado en el que vamos conociendo más detalles de una relación amorosa, que como espectadores, hasta el final del film no sabemos muy bien el porqué tenemos que lidiar con esos insertos argumentales que entorpecen el ritmo del mejor tramo de la película.
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