Después de los rentable recaudación que aportó la primera entrega en 2014, no es de extrañar que Marvel Studios quisiera una secuela con el equipo de antihéroes (que actúan como auténticos superhéroes) tan peculiar y pintoresco para seguir salvando la galaxia de todos sus innumerables peligros.
James Gunn (Super) repite como director guionista del segundo volumen. Y por lo visto el estudio le sigue dando bastante manga ancha a la hora de mostrar sus excentricidades. Incluso, un poco más que en la anterior entrega, que parecía estar algo más reprimido en su parte lingüística.
A nivel más personal, la primera entrega no me pareció más que un simple entretenimiento bien coreografiado, pero no tan emotivo como pretendía ser. Pero si algo no me terminó de convencer del todo, fue su grado humorístico. Viniendo de la mente de Gunn, el humor se me antojó demasiado simplista, estándar y poco ácido. En comparación, en esta secuela mejora bastante, es más sucio, pícaro y socarrón.
Continúan las aventuras del equipo en su travesía por los confines del cosmos. Los Guardianes deberán luchar para mantener unida a su nueva familia mientras intentan resolver el misterio de los verdaderos orígenes de Peter Quill.
El hecho de no tener que presentar a los personajes juega totalmente a favor de la película. El equipo explota todas las virtudes y debilidades (que dado el caso es un acierto) de cada uno de los cinco Guardianes, sin ni siquiera tener que mojarse la suela del zapato.
Y como tiende a decirse, que segundas partes nunca fueron buenas, afirmación que deja en evidencia a quien lo impuso como estereotipo verbal. No es que este segundo volumen (en honor a la cinta de cassette que porta Quill en su flamante Walkman) sea lo mejor de toda la galaxia.
Pues, sobre todo, a nivel estético la fórmula es muy similar, de manera que la opinión que tengas de la obra original, no puede variar en exceso. Pero para mí, esta secuela se encuentra un peldaño por encima de su antecesora.
Es cierto que dicha secuela ofrece algunas secuencias con mucha más pirotecnia y efectos que sobrecargan un poco las escenas de acción bien repartidas durante el metraje, y eso puede contentar tanto como desagradar, dependerá de la tolerancia de cada espectador a la masificación de efectos molones y rayos, pero a mí me parece bastante coherente dentro del tono de la propuesta de Gunn. Una propuesta que sigue con las referencias músicales, esta vez algo menos conocidas, estéticas y verbales a los maravillosos años 80 que contrasta con el futurista ambiente en el que se encuentran.
El reparto completado por Chris Pratt, Zoe Saldana, Dave Bautista, Bradley Cooper, Vin Diesel, en sus papeles de StarLord/Peter Quill, Gamora, Drax, Rocket y Baby Groot. Los dos últimos solamente en la versión original, ya que ponen la voz del mapache y Groot, respectivamente. El equipo entero se mueve y muestra con mucha más soltura que en su antecesora.
Como suele suceder en la mayoría de casos, se nota que se han hecho con las riendas de sus personajes, desprenden mucha más química entre ellos.
Algunos personajes conocidos cambian de bando y eso aporta cierta frescura al conjunto. Mientras que aparecen nuevos personajes como el de Kurt Russell (Death Proof), magníficamente rejuvenecido de forma digital para un par de secuencias en modo ‘flashbacks’.
Como he comentado, el nivel de humor me parece que ha mejorado notablemente, es un poco más sucio y sarcástico que en su antecesora. Sin llegar al nivel de Deadpool, por supuesto. Pero su desenfreno es algo que ha conseguido que salga más contento de la proyección.
En cuanto a los efectos, pues infinidad de fondo verde y mucho filtro colorido. No hay mucho de artesanal en la propuesta, la verdad. Pero es algo que no le tiene que sorprender al espectador que ya vió la anterior entrega.
La continuidad que ofrece la historia me parece de lo más acertada y bastante bien elegida. El nuevo equipo se adentra en una misión en la que, por supuesto, termina por aparecer el malo de turno, pero lo hace de una forma mucho más dinámica y entretenida. Por decirlo de alguna manera, repite los esquemas que requiere la historia, pero elige otro camino distinto al habitual.
Durante buena parte del metraje, se dedica a explorar los orígenes y la relación paternal de Peter Quill, interpretado por Chris Pratt. Además, potencian y afianzan el mensaje que nos dejaban caer como una bomba de neutrones en la cara al final de la primera entrega, el verdadero valor de la amistad en un desenlace realmente emotivo que te empaña los ojos entre las risas de su socarrón -esta vez sí- humor.
El emotivo y pasional desenlace no sería destacable de no ser por la partitura compuesta por Tyler Bates (Watchmen) que realza cualquier sentimiento en el espectador. En definitiva, me parece una muy correcta secuela, divertida y mucho mejor encauzada a nivel argumental que su predecesora, y que alcanza ese grado emotivo que no le encontré a la primera parte. Y por supuesto, si te gustan las escenas post-créditos, quedate hasta el final de los mismos, hay cinco diseminados a lo largo de todos los créditos finales.
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