El ataúd de cristal es el primer largometraje realizado por Haritz Zubillaga. Un cruze entre Saw (en lo argumental) y Cosmopolis (en lo estético), la historia no da para mucho, a pesar de la escueta duración. En los 75 minutos el realizador juega bien las cartas de las que dispone, que no son muchas, la verdad.
Vestida para la ocasión con un elegante traje de noche, Amanda entra en la enorme y lujosa limusina que espera aparcada frente a su casa para llevarla a la gala en la que recogerá un premio a su trayectoria como actriz. De pronto los cristales de las ventanillas se tintan de negro, el móvil de Amanda queda deshabilitado y no puede abrir ninguna de las puertas. Y una voz, distorsionada por un filtro metalizado, le pide por favor que deje …
El guión escrito por el propio director junto a Aitor Eneriz, no es el colmo de la originalidad, pero consigue mantener interesado al espectador con la promesa de abordar lo visualmente pornográfico. Pero no acaba de ser todo lo explícita que promete al inicio.
Al salir de la proyección la gran mayoría ponían en film a parir. Yo no voy a defender a capa y espada la película de Zubillaga, porque tampoco puedo decir que me haya entusiasmado excesivamente. Pero si que me ha parecido un debut en la gran pantalla correcto.
La película tiene aspectos mejorables, eso es algo innegable. Empezando por la voz del interlocutor de la limusina, que suena realmente artificial. Algún momento inverosímil y un tanto cuestionable, por ejemplo, la auto-reanimación. Terminando por el artificial apartado visual en su desenlace, que rompe el tono restante del film.
Un final, que estéticamente es mucho más acorde con una séptima u octava entrega de Viernes 13, que con la sofisticada visión que nos ofrece el film durante tres tercios del mismo.
Estéticamente y a nivel de ambientación, creo que la película se desenvuelve muy bien en el espacio cerrado y minúsculo de la limusina. Pequeño para meter un equipo técnico de rodaje, el cual, aprovecha bastante bien los ángulos de cámara y filma con destreza, además de crear, a ratos, un ambiente claustrofóbico.
El ataúd de cristal es una película que se mantiene gracias a la actuación de Paola Bontempi, que viene del mundo de la televisión y el cortometraje. La mayor parte de la película la actriz está sola en pantalla. Su interpretación no es sublime, pero es de lo más correcta para un tipo de película tan modesta.
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