Hace dos días que se estrenó Escuadrón suicida, la nueva película producida por los estudios Warner/DC de la que, a estas alturas, todos los blogs y webs ya han dado su opinión. La balanza se inclina hacia las malas y templadas opiniones, pero como sobre gustos no hay nada escrito, y me gusta sacar conclusiones por mí mismo.
Haciendo caso omiso a las pésimas valoraciones, y moderando el hype ante las entusiastas opiniones, que también las hay, me he acercado a una sala de cine sin mayores intenciones que las de disfrutar de otra película de superhéroes corriente.
Escuadrón suicida es la respuesta cinematográfica directa de Warner/DC a los Estudios Marvel y sus Vengadores.
Basada libremente en Escuadrón suicida (Suicide Squad) del universo de cómics de DC, también conocido como Task Force X, el escuadrón ha contado con tres versiones distintas de personajes sobre el papel, debutando por primera vez en 1959.
Ha sido la última y más moderna versión, creada por John Ostrander en 1988, la que ha servido al director David Ayer para llevar a cabo la película.
Aunque, estéticamente los personajes han sufrido un rediseño en base a lo visto en papel. Diseño que se mantiene en forma de pequeños guiños a los personajes de papel en la escena que son reclutados por primera vez y se ven detalles de los uniformes originales.
Ante una amenaza sobrenatural, A.R.G.U.S., una agencia gubernamental secreta de EE.UU capitaneada por Amanda Waller recluta a un equipo de antihéroes, compuesto por villanos encarcelados con habilidades letales y mágicas, para que trabajen en misiones de alto riesgo a cambio lograr reducir su condena en prisión.
Así como Marvel ha terminado aunando las películas de sus personajes en solitario (Iron Man, Thor, Capitán América) con las entregas de Los Vengadores, creando un universo rico y único que se afianza en la tercera entrega de El Capitán América, más parecida a una tercera parte de Los Vengadores que a una película independiente del ‘Capi’.
DC ha hecho lo mismo con Escuadrón suicida, pero de una forma más leve y superficial. En parte, creo que es debido a la celeridad de Warner/DC por llevar a cabo las películas del propio universo y alcanzar a Marvel en semejante empresa.
Usando el trágico desenlace de Batman Vs Superman como punto de partida cronológico, la película de David Ayer nos ofrece una historia que guarda muy poca relación con los acontecimientos previos.
El punto de unión entre ambas es un simple flashback y la aparición del Batman interpretado por Ben Affleck, del que ya se planea una película en solitario con una aparición poco más que testimonial. Muchos pueden sentirse defraudados, aunque, no es mi caso.
Por todos es sabido la predilección de DC por crear un tono más oscuro y adulto en sus adaptaciones superheroicas frente a las de Marvel, que casi siempre, ofrece películas más joviales y divertidas, por así decirlo.
Sin embargo, ante las despiadadas críticas por el tono pesimista de las recientes adaptaciones de Superman dirigidas por Zack Snyder (300), Warner rectifica y aprovecha esta honesta y entretenida Escuadrón suicida para aproximarse un poco a la visión desenfadada que suele ofrecer Marvel Studios al realizar la mayoría de sus adaptaciones comiqueras en la gran pantalla.
El guión escrito por el propio David Ayer, acota un tono humorístico y menos reflexivo de lo habitual. Muchos han achacado estrepitosos fallos en el manuscrito. Bajo mi punto de vista, esto se debe más al atropellado montaje que termina por afectar a la fluidez de la historia.
Un guión que no engaña, digno de serie B, de ahí que mucha gente le atribuya fallos. Aunque, el elaborado diseño de producción y sus -sobrecargados- efectos especiales -con multitud de rayos y colorines-, sobre todo, en el tramo final, dictaminen lo contrario.
El guión no deja de ser pura serie B, honesto en su categoría, y que con algunas licencias, se aproxima a intenciones parecidas a las de 1997 Escape de Nueva York de John Carpenter.
Como fallo de guión, quizás, cabría destacar la ausencia real de peligro ante la amenaza de que la tierra vaya a ser destruida o gobernada por el verdadero villano de la película, que no, no es el Joker de Jared Leto (Dallas Buyers Club).
Un Joker influenciado por la estética glam de las adaptaciones de Batman de Joel Schumacher y una fusión de extraña de la personalidad extridente del Joker de Jack Nicholson y la caótica de Heath Ledger, en Batman de Tim Burton y El caballero oscuro de Christopher Nolan, respectivamente.
A pesar de ganar el Oscar por Dallas Buyers Club, Leto no alcanza interpretativamente a ninguno de los dos actores mencionados. Además, su personaje queda desdibujado en medio de la trama y no ofrece nada más allá de su romance con Harley Quinn.
Puede parecer que no me ha gustado, pues me estoy descargando con todos los fallos posibles contra Escuadrón suicida. Lejos de la realidad, me parece una película sin grandes pretensiones que consigue entretener, que sin llegar a la carcajada, consigue sacarnos alguna risa con alguna de sus cómicas secuencias o diálogos.
Se nota la intención de crear un reparto coral, pero no lo es. Después de la excelente Corazones de acero, en la que ha David Ayer ha demostrado saber presentar y dirigir perfectamente a un grupo de soldados, no me explico como no sabría hacer lo mismo con un grupo de superhéroes.
Algunos personajes son integrados paulatinamente en la historia y perfectamente presentados mediante infografía en las que se destaca algunas de sus mejores y letales habilidades o gustos personales, lastima que sea tan breve, no da tiempo a leerlas todas. Habrá que esperar al mercado doméstico para poder poner la pausa y regocijarse con esos datos.
Mientras, otros miembros del grupo como Killer Croc, Rick Flag o Katana se introducen de manera tosca y algo precipitada en la simplista trama que nos ofrece la película. Además, no aportan grandes momentos las secuencias de acción, quedan en una situación muy desaprovechada.
Personajes que quedan como simples secundarios si los comparamos con Deadshot y Harley Quinn a los que se les otorga mucho protagonismo, interpretados solventemente por el rescatado Will Smith (Soy leyenda) y Margot Robbie (El lobo de Wall Street), respectivamente. Es cierto, que la cuota de protagonismo también afecta a miembros de Los Vengadores en Marvel, pero menos pronunciadamente de lo que sucede en Escuadrón suicida.
La banda sonora de Steven Price (Gravity) que orquestó Corazones de acero, también de David Ayer, intenta hacer acopio de peligro en el tramo final que no surte el efecto esperado, la mencionada ausencia de amenaza, se acentúa en este tramo, cuando debería ser al revés. Un desenlace con un villano que no causa temor ante tal amenaza, no es un villano.
En cambio, durante el resto de película, la banda sonora compuesta por artistas de la talla de Queen y su Bohemian Rhapsody, Creedence Clearwater Revival con Fortunate Son o The White Stripes y su Seven Nation Army, entre otros, realzan mucho el toque de videoclip que de por sí ya tiene el film.
Todos los mencionados fallos, no son motivo para que no veas la película si te gustan las adaptaciones de los cómics de superhéroes actuales, pero que DC tiene fallos que pulir todavía si quiere alcanzar al éxito que tiene Marvel, es un hecho.
Fallos, como una mala promoción que no se corresponde con lo que realmente es la película, no en su totalidad. Eso es algo que consigue más decepciones que triunfos, llamémosle taquilla.
Pero, sobre todo, la repentina introducción de personajes que no aportan nada a la historia, como el de Flash o Slipknot, que salen de escena casi antes de entrar y sin volver a aparecer. El segundo todavía sirve a un propósito ‘argumental’, pero el primero no aporta absolutamente nada.
Un fallo que, bajo mi punto de vista, también se comete en las dos entregas de Superman dirigidas por Zack Snyder. Empiezo a pensar que alguien de las altas esferas de Warner no sabe hacer su trabajo, pero tampoco deja hacerlo del todo bien a los demás, imponiendo sus propios deseos e ideas por encima del talento.
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