La próxima semana se estrena la nueva película de David Ayer, Escuadrón suicida. Siendo ésta la ocasión perfecta para darle un ‘vistazo’ a su anterior trabajo, Fury, que me había quedado pendiente. Renombrada como Corazones de acero en nuestro país. Una traducción, sintácticamente, poco fiel. Aunque, no tan aberrante como otras ocasiones. Sintetiza bastante bien la moraleja del film.
El director de Sabotage y guionista de A todo gas (The fast and the furious), David Ayer, dirige y escribe esta épica y encarnizada visión de la segunda guerra mundial. Y lo hace con una gran firmeza y determinación.
Al mando del veterano sargento 'Wardaddy', una brigada de cinco soldados americanos a bordo de un tanque -el Fury- ha de luchar contra un ejército nazi al borde de la desesperación, pues los alemanes saben que su derrota estaba ya cantada por aquel entonces.
David Ayer muestra un gran control sin perder potencia en ningún instante, ni siquiera en las secuencias intermedias en las que la guerra parece cesar, y que funcionan como pausa al espectador entre las distintas secuencias de acción.
Descansos que sirven para hacer evolucionar a los personajes principales y la relación que éstos mantienen entre ellos, dando consistencia al film.
Gracias a ello, la película no se queda solamente en un espectáculo visual. Parece uno de esos casos en que el estudio ha dejado hacer al director sin demasiadas imposiciones, y eso se nota en el excelente resultado final.
Con un diseño de producción tremendamente realista y muy elaborado, el realizador de Illinois, nos sorprende con una basta, cruda y desgarradora visión de la segunda guerra mundial. Una visión que conduce al horror, la tragedia y el tormento de sus personajes. Su parte visual tremendamente explícita, no esconde nada, y le ha valido al film la calificación R.
Con una excelente fotografía de frías y austeras tonalidades, Roman Vasyanov (Sin tregua) nos 'deleita' ante el pútrido y repugnante montón de cadáveres, miembros amputados y cuerpos volatilizados que combinan efectos digitales y artesanos con presteza.
Un nivel de violencia que no llega al magnífico exceso cometido por Sylvester Stallone en John Rambo, pero no anda muy lejos. Sin duda, encantará al amante del gore.
Pero David Ayer no olvida la parte más importante, la historia. Como ya he dicho, con una correcta evolución de los personajes principales, nos cuenta una trágica historia bélica que galopa por el miedo y la desesperación, una combinación que desemboca en la valentía, la lealtad y el honor; en corazones de acero.
Siguiendo la tónica brutal y salvaje que nos muestra en secuencias excelentemente rodadas; como el enfrentamiento entre tanques a campo abierto o el salvamento de las propias tropas. Cuales espartanos defendieron las termópilas de los griegos en 300 de Zack Snyder, la brigada de cinco hombres se atrincheran, ofreciendo una horrorosa -en el buen sentido de la palabra- secuencia cargada de épica y emoción tan próxima al desenlace.
La película también sabe exprimir la tensión debidamente en secuencias tan notables como la de la comida en el pueblo alemán conquistado.
Una secuencia, que consigue mantenerte igual de tenso y expectante que cualquiera de las escenas de acción que nos ofrece el resto del film.
La banda sonora del compositor Steven Price (Gravity) realza la épica en las secuencias bélicas a la vez que eleva el tono dramático con leves notas de piano, muy minimalista, en los más trágicos.
La parte sonora juega un papel importante en la alta credibilidad del film, que únicamente se ve sacrificada por el efecto de fuego cruzado creado en post-producción mediante CGI para las escenas de acción.
Un efecto demasiado cercano a la ciencia ficción, parecen disparos láser propios de Star Wars, que para más inri, son verdes y rojizos. Es el único punto negativo que le veo.
La película presume de un reparto bastante equilibrado cuando trabajan en equipo dentro del Fury. Sin embargo, interpretativamente hablando, el que destaca por encima del resto en calidad y cuota de pantalla, es Brad Pitt (El club de la lucha). Su papel de Don 'Wardaddy' Collier, que puede parecer un ‘cabrón’ pero como él dice ‘intento que no me maten’.
Su registro, pero sobre todo, su aspecto, recuerda al Teniente Aldo Raine que interpretó en Inglorious Basterds (Malditos bastardos) de Quentin Tarantino. Aunque, su papel de comandante del Fury, no es vengativo como el Raine, lo hace igual de bien.
Logan Lerman (El tren de las 3:10) en su papel de Norman, que a diferencia del resto, no tiene apodo, ejerce el papel de novato con bastante solvencia. Su papel es el más evolutivo de la película, con una pequeña subtrama personal, en la que se ha de ganar el respeto del grupo y el apodo. La relación entre Don y Norman se desarrolla como mentor y alumno, con bases sólidas en cada nueva escena que comparten juntos.
Shia LaBeouf (Transformers) parece que quiere desmarcarse un poco de papeles tan estandarizados. Su interpretación es bastante creíble y aporta el grado de cordura al grupo en los peores momentos, aunque, lo haga desde su devoción creyente y religiosa, cosa que no comparto, sirve de equilibrio a la locura que la brigada del Fury vive en tierra alemanas.
Y por último, personajes más ‘segundones’ son Trini 'Gordo' García interpretado por Michael Peña, que ya ha trabajado con Ayer en Sin tregua y Grady 'Coon-Ass' Travis interpretado por Jon Bernthal que apareció brevemente en El lobo de Wall Street como traficante.
Ambos están bastante correctos en sus respectivas interpretaciones, los ‘malos’ del grupo que más caña dan a Norman en distintas escenas, sirven para ‘afianzar’ la mencionada sub-trama en la que Norman se ha de ganar su respeto.
En fin, a lo mejor me llueven piedras, pero es mi opinión. David Ayer obsequia al espectador con una gran obra que nada tiene que envidiar a otros clásicos bélicos como Platoon, Apocalypse Now o La chaqueta metálica.
Aunque no guarden referencias artísticas o argumentales con las mencionadas más allá del género cinematográfico, su disfrute está asegurado. Un servidor estaba más tenso y expectante de lo normal, y eso hoy día es harto difícil.
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