En el año 2000 Bryan Singer dio un ‘puñetazo’ sobre la mesa con su adaptación cinematográfica de los X-Men, aunque no era la primera vez que los superhéroes se trasladaban del papel a la gran pantalla.
Algunos ejemplos tan obvios son Superman de Richard Donner (1978), Batman de Tim Burton (1989), The Punisher (1989), The Rocketeer (1991), Batman Returns de Tim Burton (1992), Capitán América (1991) o Blade (1998) etc.
La adaptación de Singer, debido principalmente al cambio estético de los personajes sufrió el rechazo de algunos fieles seguidores del cómic.
Pero para bien o para mal, la adaptación de Singer cambió la forma de concebir las adaptaciones de superhéroes vistas hasta aquel momento.
Sin ser demasiado consciente de ello, ésta marcaría una nueva tendencia estética y se convertiría en el punto de partida para todo el universo cinematográfico de superhéroes actual que tan familiar nos resulta.
Marvel y su competidora DC, vieron en esa nueva forma de realización el filón económico que han aprovechado, con mayor o menor destreza, a lo largo de los últimos años en sus personajes sobre la gran pantalla.
Ant-Man es un proyecto que comenzó a gestarse incluso antes de la primera entrega de Iron Man dirigida por Jon Favreau en 2008, film que obtuvo un éxito por encima de lo esperado.
Dicho éxito fue postergando en el tiempo el proyecto de Ant-Man, pues Marvel Studios apostó por otros personajes más conocidos de su amplio universo.
La película, inicialmente iba a ser dirigida por el gran Edgar Wright (Scott Pilgrim contra el mundo), también responsable de la trilogía Cornetto; compuesta por Shaun Of The Dead (aka Zombies Party), Hot Fuzz (aka Arma fatal) y The World’s End (aka Bienvenidos al fin del mundo).
Pero tras 8 años en preproducción, Wright abandonó el proyecto por diferencias creativas con el estudio. La dirección recayó en las manos de Peyton Reed (Separados) y el guión original que había sido escrito por el propio Edgar Wright junto a Joe Cornish (Attack The Block) pasó a ser revisado por Adam McKay (Step Brothers) y el actor Paul Rudd (Virgen a los 40) que da vida a Ant-Man en el film.
Al conocer tan desafortunada noticia, mi interés se fue desvaneciendo y la dejé para el ámbito doméstico, que incluso en la comodidad hogareña la he ido posponiendo hasta hace poco. El film no está mal, entretiene, aunque creo que en manos de Wright el resultado hubiese sido mucho mejor.
Tras abandonar la cárcel, el ladrón y estafador Scott Lang (Paul Rudd) recibe la llamada del misterioso Dr. Hank Pym (Michael Douglas) para realizar un trabajo especial. El científico suministra al joven un traje especial, que le otorga la capacidad de reducir su tamaño al de un insecto, al tiempo que aumenta considerablemente su fuerza. Con esta nueva arma en su poder, capaz de comunicarse con los insectos, Lang deberá abrazar su héroe interior, olvidar su pasado de delincuente y tratar de salvar al mundo de una terrible amenaza.
Estéticamente es muy actual, sin embargo, la esencia que desprende es tremendamente ochentera. Su puesta en escena y desarrollo es muy deudor de esa desvergonzada época ‘glam’ donde los malos no daban miedo y los héroes eran un poco patosos. Un tipo de cine en el que todo sucedía un poco porque sí fuera de patrones establecidos.
Salvando cualquier distancia narrativa, me ha recordado a esas maravillosas películas de mi infancia y adolescencia como Los bicivoladores, Los Goonies, Tron, El vuelo del navegante, Dentro del Laberinto etc.
En ese aspecto, con todos sus característicos defectos; la película es elogiable. Los efectos son decentes y nada envidiables a otros títulos de la factoría Marvel, al margen de algunos de las hormigas más próximas al cine de animación digital que al ‘realismo’ sobre fondo verde actual.
Además de la esencia de los ochenta, el film nos recordará en distintas situaciones a El increíble hombre menguante, pero mucho más fantástica y próxima a la ciencia ficción. Situaciones concretas en las que el protagonista estará descompensado porque aún no domina las características del traje; como la escena de la ducha o la de la cerradura.
En el cast principal tenemos al veterano Michael Douglas (The Game), Evangeline Lilly (Perdidos), Paul Rudd (Virgen a los 40) y Corey Stoll (Sin escalas).
Douglas parece encontrarse en horas bajas interpretativas, pero últimamente no gozaba de buena salud, así que se le perdona. Su personaje de científico retirado no puede presumir de muchas virtudes, pero resulta creíble y correcto para con la propuesta global de la película.
Lilly aporta el punto cómico romántico a la historia, como siempre, luce su tez resplandeciente, pero esta vez poco más que destacar en su secundario papel.
Mientras que Rudd se enfunda el traje con bastante gracia en una interpretación que no es demasiado carismática, pero igualmente correcta para el tipo de producto presentado.
El personaje está construido en base a lo cómico y aunque no es tronchante, alguna pequeña sonrisa nos consigue arrancar. De todas formas ninguno de ellos consigue una interpretación estelar en un conjunto fílmico que dada su tonalidad, tampoco lo requiere.
Ant-Man deja abierta las puertas a una continuación en solitario. Después de haber sido omitido en Los Vengadores, no parece que Marvel lo vaya a dejar caer en el olvido, pues aparece fugazmente en el trailer de la tercera parte de Capitán América que se estrena a final de este mes de abril. Film en el que tengo puestas bastantes expectativas. Esperemos que le saquen provecho al personaje en tremenda contienda entre Iron Man y Capitán América y cia.
El compositor de Resacón en Las Vegas, Christophe Beck pone música bastante adecuada a la propuesta, pero sin llegar a calar en ningún momento en el espectador. El resultado es una adaptación entretenida con una historia normalita que en manos más adecuadas creo que habría dado mejores resultados.
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