En el mundo del cine, a menudo, nacen relaciones laborales provechosas para profesionales de los distintos sectores . Algunos deciden dar un paso hacia delante en su carrera artística, subiendo su categoría profesional tomando los mandos de la dirección o plantándose ante la cámara, solos o acompañados de algún viejo conocido.
Así, Chad Stahelski debuta como director de cine ayudado por el coordinador de especialistas David Leitch.
Chad, el doble de Keanu Reeves en Matrix y coordinador de especialistas en las escenas de riesgo de muchos films de acción, La Jungla 4.0, John Rambo, The Mechanic etcétera, se alía con el actor Keanu Reeves para que protagonice su debut, John Wick.
Un asesino a sueldo retirado se encuentra en sus horas más bajas tras el fallecimiento de su esposa, momento en el que sufre un desafortunado incidente que le hace volver otra vez a la acción para vengarse de los gángsters que le quitaron todo.
El guión escrito por Derek Kolstad nos propone una historia de venganza demasiado rudimentaria, plagada de convencionalismos e insustancial en su conjunto global. La película se presenta intensa, pero su desarrollo no aporta nada digno de recordar, salvo unas pocas escenas de acción, poco más que correctas.
Lo más curioso es, que que ya se está preparando la segunda entrega. Kolstad ha escrito guiones para filmes poco destacados como Una bala en la recámara o Entrega peligrosa, en John Wick parece querer ir a por algo más consistente y presencial.
Pero para mí, no lo consigue en su totalidad. El punto más destacable, son las escenas de acción; bien coreografiadas y bastante sangrientas, lástima que esa sangre sea tan pronunciada en lo digital.
Keanu Reeves, parece dispuesto a levantar su carrera como actor tras descalabros como Constantine o Ultimátum a la tierra, que han arrojado mucha sombra a su mejor y lejana época como actor. Aunque, nunca fue un gran intérprete, se le han reconocido méritos por trabajos como Speed, Le llaman Bodhi, Drácula de Bram Stoker o Matrix, que un servidor apoya. Sus más recientes interpretaciones, se han tornado más expresivas de lo habitual, algo que no ha sido del agrado de todo el público.
Pero ya se sabe que nunca llueve a gusto de todos. En Knock Knock, la última película de Eli Roth, mantiene este mismo y nuevo registro, que lo aproxima a la sobreactuación. Algo de lo que muchos despotrican igual o más que antes de volverse tan expresivo.
Personalmente, su nuevo registro interpretativo me parece bastante correcto, dentro de lo chocante que puede resultar verlo mimetizar sus facciones tan a menudo, claro.
Lamentablemente, a diferencia de lo visto en Knock Knock. En John Wick, su interpretación no me resulta fructífera. Sin embargo, considero que gran culpa la tiene el guión. La idea de presentar un personaje terriblemente letal y luego desarrollarlo en torno a debilidades físicas y con los recursos defensivos justos, me parece incorrecto.
La idea de humanizar su condición física, es buena, pero no concuerda con la presentación del personaje. Un personaje que mezcla características de Bourne, John McClane y Frank Martin, interpretados por Matt Damon, Bruce Willis y Jason Statham, respectivamente. Esto no significa que sea perfectamente equilibrado y tan carísmatico.
Michael Nyqvist, al que vimos en la trilogía Millenium, se pone en la piel del villano, pero la mayor parte del tiempo no desprende auténtica maldad.
Puede que fuera intencionado, pero la falta de credibilidad hace que no lo tomemos en serio.
La aparición de Willem Dafoe puede resultar un halo de esperanza en el plantel de actores, lamentablemente su aparición es poco testimonial en todo el conjunto, poco más de dos escenas nos dejarán ver su rostro.
Tyler Bates (300) y Joel J. Richard (El caso Bourne) ponen notas de intensidad media que acompañan correctamente a las escenas de acción, pero sin resaltar en melodías personales. Parece un score de archivo realizado con anterioridad, que lo mismo funciona aquí, que en una de acción cualquiera.
John Wick es una película que no ofrece nada especial ni vibrante en su argumento. Su mérito no va más allá de unas coreografiadas escenas de acción.
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