*Crítica realizada el 10 de Enero de 2007 por Mr.Memory.
TÍTULO ORIGINAL: Flags of Our Fathers
AÑO: 2006
DURACIÓN: 132 min.
PAÍS: Estados Unidos
DIRECTOR: Clint Eastwood
GUIÓN: William Broyles Jr, Paul Haggis (Libro: James Bradley, Ron Powers)
MÚSICA: Clint Eastwood
FOTOGRAFÍA: Tom Stern
REPARTO: Ryan Phillippe, Jesse Bradford, Adam Beach, Paul Walker, Jamie Bell, Neal McDonough, Barry Pepper, Robert Patrick, John Benjamin Hickey, John Slattery, David Patrick Kelly, Jon Polito
PRODUCTORA: DreamWorks / Warner Bros. Pictures / Malpaso / Amblin Entertainment
Relato de la batalla de Iwo Jima, un sangriento episodio de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico ocurrido en marzo de 1945, y que quedó inmortalizado por una foto de unos soldados colocando una bandera norteamericana que hizo historia.
Clint Eastwood es, según mi modesta opinión, el más grande de los realizadores vivos en activo, un abanderado de la narrativa cinematográfica clásica y un humanista que da sentido universal a las historias que cuenta, independientemente del tiempo y el espacio donde se ubiquen.
Es por ello que uno espera siempre lo mejor de sus películas, situando el nivel de exigencia por encima de lo que acostumbra. Con todo esto, quiero contextualizar mi opinión sobre Banderas de nuestros padres, ya que me parece una buena película (mucho mejor que la gran mayoría de películas estrenadas este año), pero no es la obra maestra que yo presumía a priori.
Las principales virtudes del film son su maravillosa fotografía en tonos azulados, las vigorosas escenas bélicas rodadas en Islandia y, sobre todo, su apabullante tramo final, en el que Eastwood coge el testigo de John Ford para contarnos, de la mejor manera posible, como el Estado que decidió encumbrar a la categoría de héroes a unos muchachos que intentaban sobrevivir con armas y camaradería al infierno de la guerra, abandona a esos otrora héroes nacionales en el más absoluto de los olvidos, en un vacío existencial en el que ya no queda nada de los niños que fueron.
Por contra, hay que decir que la mayoría de los defectos que minan el resultado final de la película radican en su guión. Resulta ser reiterativo y los flashbacks subjetivos que hay dentro del flashback principal hacen que haya una pérdida de continuidad, así como que al espectador le resulte complicado identificar a determinados personajes. Cabe decir también que lo que nos es narrado en tiempo presente, como ya sucedía en Los puentes de Madison, no aporta nada positivo a la historia, sino que más bien lastra el resultado final.
Y, después de estas disquisiciones, ya sólo nos queda esperar, con ansia infantil por mi parte, el estreno de Cartas desde Iwo Jima y así poder pasar otro buen rato con ese amigo americano que se llama Clint Eastwood.
TÍTULO ORIGINAL: Flags of Our Fathers
AÑO: 2006
DURACIÓN: 132 min.
PAÍS: Estados Unidos
DIRECTOR: Clint Eastwood
GUIÓN: William Broyles Jr, Paul Haggis (Libro: James Bradley, Ron Powers)
MÚSICA: Clint Eastwood
FOTOGRAFÍA: Tom Stern
REPARTO: Ryan Phillippe, Jesse Bradford, Adam Beach, Paul Walker, Jamie Bell, Neal McDonough, Barry Pepper, Robert Patrick, John Benjamin Hickey, John Slattery, David Patrick Kelly, Jon Polito
PRODUCTORA: DreamWorks / Warner Bros. Pictures / Malpaso / Amblin Entertainment
Relato de la batalla de Iwo Jima, un sangriento episodio de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico ocurrido en marzo de 1945, y que quedó inmortalizado por una foto de unos soldados colocando una bandera norteamericana que hizo historia.
Clint Eastwood es, según mi modesta opinión, el más grande de los realizadores vivos en activo, un abanderado de la narrativa cinematográfica clásica y un humanista que da sentido universal a las historias que cuenta, independientemente del tiempo y el espacio donde se ubiquen.
Es por ello que uno espera siempre lo mejor de sus películas, situando el nivel de exigencia por encima de lo que acostumbra. Con todo esto, quiero contextualizar mi opinión sobre Banderas de nuestros padres, ya que me parece una buena película (mucho mejor que la gran mayoría de películas estrenadas este año), pero no es la obra maestra que yo presumía a priori.
Las principales virtudes del film son su maravillosa fotografía en tonos azulados, las vigorosas escenas bélicas rodadas en Islandia y, sobre todo, su apabullante tramo final, en el que Eastwood coge el testigo de John Ford para contarnos, de la mejor manera posible, como el Estado que decidió encumbrar a la categoría de héroes a unos muchachos que intentaban sobrevivir con armas y camaradería al infierno de la guerra, abandona a esos otrora héroes nacionales en el más absoluto de los olvidos, en un vacío existencial en el que ya no queda nada de los niños que fueron.
Por contra, hay que decir que la mayoría de los defectos que minan el resultado final de la película radican en su guión. Resulta ser reiterativo y los flashbacks subjetivos que hay dentro del flashback principal hacen que haya una pérdida de continuidad, así como que al espectador le resulte complicado identificar a determinados personajes. Cabe decir también que lo que nos es narrado en tiempo presente, como ya sucedía en Los puentes de Madison, no aporta nada positivo a la historia, sino que más bien lastra el resultado final.
Y, después de estas disquisiciones, ya sólo nos queda esperar, con ansia infantil por mi parte, el estreno de Cartas desde Iwo Jima y así poder pasar otro buen rato con ese amigo americano que se llama Clint Eastwood.
Puntuación
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